viernes, 9 de septiembre de 2011

Sin dejar rastro


Ausentes de los archivos, a menudo invisibles, con frecuencia olvidadas. La historia la hacen por igual hombres y mujeres, pero, hasta hace unas décadas, no se reconocía esa doble autoría. La vida, anónima o heroica de muchas mujeres, ha ido a parar a los ríos del olvido. Aunque hubiera testigos de sus logros faltaron escribientes, gacetilleros o archiveros que los escribieran y registraran.  Las razones son conocidas: por un lado las grandes gestas o estaban protagonizadas por hombres, o  se les atribuían. En buena parte porque hasta hace poco solo los varones formaban parte del Ejército o enfocaban su vida a la política o a la conquista del poder. Solo a ellos se les educaba para ser héroes. Sus hazañas se registraban, constaban en los archivos, trascendían más allá de su época. En el caso de las mujeres, la falta de costumbre, de estudios, o de reconocimiento, han sido obstáculos atávicos que han impedido que quedara constancia de sus logros. Su quehacer público, a no ser que fuera excepcionalmente relevante, permanecía en la sombra. Así queda reflejado en los archivos de la Guerra Civil. Apenas hay referencias y estadísticas sobre las mujeres (más allá de algunas figuras singulares como Pasionaria, Federica Montseny, Victoria Kent, Margarita Nelken o María Teresa León). Ni cualitativa ni cuantitativamente se recoge su participación o su papel.
No habían sido educadas para la posteridad. Su toma de postura en el enfrentamiento,  sus  padecimientos o heroísmos no siempre fueron consignados. Lo ha recordado este verano el profesor de Geografía e Historia, Luis Castro, en las jornadas de estudio de El Rebollar, celebradas en Ciudad Rodrigo, Robleda y Navasfrías.  Es algo común: historiadores y divulgadores han tropezado con esa penuria de datos  al abordar sus investigaciones. Es raro que un prohombre o incluso un personaje secundario de ámbito regional o provincial no deje tras sí un rastro de documentos, cartas, o méritos. En el caso de las mujeres esa huella biografía se diluye. Solo sus familiares directos han tenido acceso a sus epistolarios o documentos. A veces guardados con secretismo  para los estudiosos. ¡Cuántos hijos o nietos no habrán tirado  cuadernos o correspondencia de sus ilustres madres o abuelas en vez de cederlos a alguna institución cultural! Por el contrario, qué frecuente es que se respeten los papeles, anotaciones o cartas del padre o abuelo.
Fuente: Inmaculada de la Fuente. Blog Mujeres "EL PAÍS"

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